El que tiene boca...
Hay una, espero que leyenda urbana que
dice que las rubias son tontas… y yo estos días creo que me estoy viendo
afectada por ella. Vale, no soy rubia natural, pero las mechas claras que me
dan en la peluquería están empezando a hacer estragos en mi cerebro. ¿Qué explicación puede tener si no, que el
otro día, poniéndome al mismo nivel que la modelo Sofía Mazagatos -que dijo
aquella célebre frase de “estar en el candelabro”-, yo dijera que fulanito se
había puesto “como un obelisco”? Rápidamente me di cuenta del error, pero eso
no sirvió para que dejará de preocuparme por mi estado cerebral y a la vez comenzar
a recopilar frases tontas o palabras mal dichas de gente que está a mi
alrededor.
Puedo comenzar a contaros algún
trastoque de palabras de los amigos que tengo más cerca. Luisa tiene la
costumbre de mirar por “el ojillo del rabo”. ¿Qué pasa? Cada uno mira por donde
quiere o por donde puede, ¿no? Hace años en un viaje camino de Granada, a la
altura de los Cameros, también Luisa tuvo un pequeño desliz y dijo: “mirad,
unas vacas pazando” (obviamente quería decir paciendo) y Susana, muy aguda
ella, le contestó: “Si, pazando… el rato”.
Susana de todos modos, no se
puede reír mucho que la equivocación de Luisa porque fue ella la que tergiversó
unas letritas “de nada” en un bar y pidió alegremente al camarero “un coño y
una carta”. Lógicamente no era eso lo
que quería, vamos digo yo… sino “un corto y una caña”.
No os creáis que solo las
chicas del grupo tenemos pequeños “errores de lenguaje”; los chicos también, sin ir más lejos, el
otro día Alfonso dijo: “plantó un circo y le crecieron los enanos”. En el resto
del mundo se montan circos, pero se ve que en Nuez de Ebro los “plantan”… y
encima, con un poco de suerte, les crecen. Esta claro que un cambio de nada de
una “i” por una “a” puede convertir “una pedida de mano” en una “pedada”; que a
parte de no sonar bien, huele mucho peor.
Todo esto que os he contado
es en cuanto a trastoque de palabras o letras. Pero luego viene cuando alguien
dice algo mal y lo asumimos como palabra del grupo porque nos hace gracia. Por
ejemplo, a Nando le encanta Mark Knopfler, y hace unos años vino a España a dar
unos conciertos y alguien en el trabajo le comentó que su hijo también iba a ir
al concierto de “Mar Snofler”. Desde entonces, para nosotros Mark Knopfler es
"Maresnofler". Claro, decir esto en nuestra “intimidad” no tiene ningún problema.
Pero cuándo lo decimos fuera de nuestro círculo ¿qué piensa la gente que no nos
conoce? ¿lo mismo que pensamos nosotros de aquella señora? Ups no sé, no sé… espero que no…
Tengo una anécdota muy
divertida en cuanto a “lío” de palabras, pero aunque me insistáis y me
torturéis nunca diré el nombre de la protagonista, bueno solo diré, que no soy
yo y que es ¿rubia?… Una de mis amigas durante una temporada tuvo que viajar
mucho en tren, y ya sabéis que a través de megafonía se anuncia la próxima
estación donde el tren va a parar. Ella siempre iba pensando en sus cosas y oía:
“próxima estación con parada Burgos”, “próxima estación con parada León”… y ahí
se quedaba la locución y ella nunca supo con qué o con quién estaba “comparada”
la estación.
Pero no os penséis que a mí
solo me ha pasado lo del “obelisco” y ya está y que todo lo demás les pasa a
mis amigo, no, no… Yo, en mis tiempos del Insti, me aprendí un chiste muy tonto
que terminaba diciendo “me es inverosímil” en lugar de decir “me da igual”; así que de vez en cuando
lo suelto en alguna tienda sin darme cuenta, y la verdad suena muy raro y tengo
que ir aclarando: “uy perdón, que es de un chiste”.
De chiste parece lo que dice
la abuela de mi amiga la Terrobita, que cuando se queja de la espalda le dice:
“ay hija, como me duelen las verticales”. En fin de verticales está el mundo
lleno.
De verticales y de políticos,
que también dejan frases para el recuerdo, no vamos a ser solo nosotros. Hace
muchos años, Carmen Calvo, ministra de Cultura, se ofendió mucho cuando un
diputado, el señor Van-Halen, remató su parlamento
diciendo: “Calvo dixit”; a lo que ella contestó: “para mí, usted nunca será
Van-Halen Dixi ni Van-Halen Pixi; será su señoría Van Halen.
Y desde ahora le
adelanto que ese modelo de intervención, con alusiones pretendidamente
ingeniosas acerca de las personas, en este caso de mi persona, si quiere, se
las puede ahorrar, porque no voy a contestarlas." ¡Ea!
Vale que no soy la única rubia que ha metido la pata, lingüísticamente
hablando; aún así he decidido hacer dos cosas: una estadística de cuántas de
las personas que han dicho estas cosas que aquí he escrito son rubias… y otra NO
VOLVER A DARME MECHAS.
¿Y vosotros nunca os habéis liado
con las palabras?
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